el hogar como víctima silenciosa: como los montadeudas rompen el equilibrio emocional de las familias
El Día Internacional de las Familias, proclamado por la ONU en 1993, tiene como propósito reconocer el papel fundamental que las familias desempeñan como núcleo social y emocional. Esta conmemoración es también una invitación a reflexionar sobre los diversos desafíos que enfrentan los hogares contemporáneos: desde las desigualdades económicas, los cambios culturales, las migraciones, hasta las nuevas formas de violencia que, muchas veces, no son físicas, pero sí profundamente destructivas.

Uno de estos desafíos modernos es la violencia digital y económica que ejercen los fraudes conocidos como montadeudas. A primera vista, este tipo de acoso parece ser un problema individual: una persona que solicita un préstamo y luego es extorsionada, pero en la práctica, el daño se propaga como una onda expansiva, alcanzando emocional, psicológica y económicamente a toda la familia.
Hoy más que nunca, hablar de bienestar familiar también es hablar de cómo enfrentar juntos las nuevas formas de abuso y coerción que se disfrazan de servicios financieros, pero que operan como verdaderas redes criminales.
¿Cómo los montadeudas afectan a toda la familia?
Cuando alguien cae en la trampa de estas aplicaciones ilegales de préstamo, no lo hace de forma aislada. Lo que empieza como una solicitud de dinero urgente, muchas veces en momentos de desesperación o vulnerabilidad, se transforma rápidamente en una pesadilla colectiva.
Estas apps acceden a la agenda de contactos del teléfono de la persona afectada y comienzan a hostigar a familiares, amistades, compañeros de trabajo, incluso personas que apenas conoce. Esto genera un fenómeno que podríamos llamar “acoso en red”, donde el objetivo no es solo presionar al deudor, sino quebrantarlo emocionalmente a través del miedo, la vergüenza y la exposición pública.
Las principales consecuencias en el entorno familiar son:
- Invasión de la intimidad: La familia empieza a recibir mensajes intimidantes o difamatorios. Se rompe la sensación de seguridad.
- Estrés colectivo: No es solo la persona endeudada quien sufre ansiedad, insomnio o angustia, sino también sus seres queridos.
- Alteración del clima familiar: Las discusiones aumentan, el ambiente se vuelve tenso, aparece la culpa, el reproche o el miedo.
- Estigmatización interna: En algunos casos, los padres o la pareja pueden sentirse decepcionados o incluso culpar a la persona afectada.
- Desgaste emocional prolongado: Al ser un acoso constante e ininterrumpido, muchas familias entran en una dinámica de agotamiento crónico.
La presión económica como desestabilizador emocional
En México, donde muchas familias viven al día y dependen de un solo ingreso, la aparición de una deuda inesperada puede ser un factor desestabilizante. Cuando el préstamo solicitado es de $2,000 o $3,000 pesos, pero en pocos días se convierte en una deuda de $15,000 con amenazas y extorsión, el impacto es devastador.
Las consecuencias psicológicas que esto genera incluyen:
- Frustración profunda por la impotencia de resolver la situación.
- Ansiedad anticipatoria, que impide dormir, comer o concentrarse en el trabajo o los estudios.
- Aumento de la tensión en las relaciones familiares, lo que puede derivar en violencia verbal, indiferencia o aislamiento.
- Conflicto entre generaciones, sobre todo si padres, hijos o parejas no comprenden lo que está ocurriendo o lo minimizan.
¿Cómo puede la familia convertirse en una red de apoyo emocional, en lugar de otra fuente de presión?
En momentos de crisis, el acompañamiento familiar puede marcar la diferencia entre una persona que logra salir del círculo de violencia y otra que se hunde en la desesperación. La clave está en pasar de una postura reactiva a una postura comprensiva, informada y colaborativa.
Algunas pautas para lograrlo:
- Informarse juntos sobre cómo operan los montadeudas:
Entender que esto no fue un “error personal” sino una estafa bien estructurada. La culpa paraliza; el conocimiento empodera.
- Fomentar la comunicación sin juicios:
Hablar abiertamente sobre lo que sienten todos los miembros de la familia. Evitar el silencio que aísla o el reproche que hiere.
- Validar las emociones de la persona afectada:
Aunque haya habido una mala decisión, nadie merece ser acosado. La validación emocional ayuda a disminuir la vergüenza y el aislamiento.
- Crear rutinas de protección emocional:
Establecer límites frente al uso del celular, turnarse para atender mensajes si es necesario, y generar momentos de desconexión y autocuidado en casa.
- Buscar ayuda profesional conjunta o individual:
Un espacio terapéutico puede ayudar a la familia a reorganizarse emocionalmente y a aprender a manejar el estrés sin atacarse mutuamente.
- Activar redes de apoyo externas:
Denunciar, buscar orientación legal o contactar movimientos como Movapp puede ser una forma concreta de recuperar el control y frenar el acoso.
El amor no basta, también se necesita contención, información y acción
En el Día Internacional de las Familias, vale la pena recordar que el concepto de familia no solo se limita al parentesco, sino que abarca también el cuidado, el apoyo mutuo y la capacidad de resistir juntos ante las adversidades. Los montadeudas no solo roban dinero: roban paz, dignidad y salud mental.
Pero también es cierto que muchas familias, con información y acompañamiento, están encontrando formas de hacer frente a esta amenaza. Transformar el miedo en acción colectiva, la culpa en solidaridad, y el aislamiento en comunidad, es el verdadero sentido de esta fecha: proteger lo que más vale, desde lo emocional hasta lo cotidiano